jueves, 4 de abril de 2013


 HAY PRIMAVERAS Y PRIMAVERAS


      Cuando vivía en Chile, mi año se dividía en dos estados: "El infernal", que comenzaba en marzo cuando tenía que volver al trabajo, y "El paraíso", que partía con las vacaciones de diciembre.  No obstante, diciembre no era mi mes favorito, porque con él también llegaba la cesantía (trabajaba en el preu Cepech, donde me esquilmaban todo el año y me despedían cada diciembre), las preocupaciones de: cómo voy a sobrevivir con este miserable finiquito hasta marzo, que hasta cuándo voy a seguir trabajando en el mismo antro, que ya está bueno del abuso. Eso no era ninguna novedad, finalmente a todos mis compañeros les sucedía lo mismo y la mayoría tenía casa e hijos.  Por eso, mi mes favorito era el GRAN SEPTIEMBRE, el descanso en medio de la cuesta.
     Septiembre, es un mes ícono para los habitantes del Sur del mundo, pues con los primeros asomos de Céfiro, vamos dejando atrás el temible agosto con sus amenazas de bronconeumonías galopantes que, dependiendo de la edad, te pueden conducir raudas al "patio de los callados", y sus gatos hot, que "a grito pelado", no nos dejan conciliar el sueño de tanto polvo felino. Sin embargo, para los chilenos, este mes tiene una doble significación, pues comienza, además, nuestro momento de carnaval, de goce y de locura: nuestras fiestas patrias.
      La verdad es que no importa lo mucho o poco de patriota que tengas en tus venas o tu cabecita loca, septiembre no debe "guatear", así es que vamos afinando el "güergüero" para las libaciones respectivas. Ya nadie se acuerda por qué diablos estamos celebrando.  Los más enchufados dicen que se celebra la Independencia de Chile (enero 1818), otros más patrioteros sacan su cartita de abajo de la manga y lanzan orgullosos que son las "Las Glorias del Ejército", aunque no saben ni desde cuándo ni por qué, sólo que todos los años ven a los milicos por la tele. ¿Quién se va a andar acordando de Mateo de Toro y
Zambrano y la cacha de la espada?  Y la verdad es que en mi país, la memoria histórica no es algo que caracterice al roto chileno. Sin embargo, ese lapsus eterno de no entender dónde se está parado, se perdona porque es septiembre y en septiembre nadie se enoja (la verdad es que después de tanto copete, todos andan mocheros, pero nadie le achunta al objetivo).
    Y ahí vamos, un verdadero renacimiento, Dionisos mediante, todos con las caras llenas de risas, sacándonos "el chaleco y las chombas" poniéndonos los "chores y las chalas" y despegando hacia un mejor lugar. No importa que tengamos que levantarnos a las 6 am. para salir sin desayuno e irnos parados, apretados, manoseados y hasta cartereados en micro, metro, colectivo, durante varias horas. No importa que el jefe con cara de culo te mande a hacer ese trabajo de mierda que nadie más quiere hacer, no importa que con el regreso de Perséfone andemos con los mocos hasta la rodilla. Nada importa.  Sólo sabemos que en algún momento la cruda realidad se detendrá y dará paso a un maravilloso tiempo de cumbias, cuecas, rancheras, asados, empanadas, pipeños en todas sus formas, volantines cortados, pendejos corriendo a perderse por las calles y nosotros estaremos ahí, en medio de la guerra, bien sentaditos en nuestra pelota, con cara de trucha de tanto brebaje, pero con la felicidad de que todo es una gran armonía en el caos: nuestro carnaval.

Y bien, ¿por qué escribo sobre septiembre en abril? Simplemente, puesto que los caprichos del Hado me lanzaron hacia el norte, pero bien al norte cruzando el Atlántico.  Mi mundo se giró de cabeza y abril vendría a ser el equivalente de septiembre en Chilito (la verdad es que la primavera comienza en marzo por acá)  y también se celebra el renacer de la naturaleza (Calenda Maia o el 1 de mayo) que inicia a fines de abril hasta los primeros días de mayo.  En estas tierras extrañas (Potsdam - Werder), se llama Baumblüttenfest, que básicamente es la fiesta de la cosecha y se toma mucho vino, se comen dulces y cuando los alemanes se embriagan lo suficiente comienzan mochas, así es que hay dos opciones: andar bien ebrios para estar en consonancia y no entender nada o irse antes de las 17:00 hrs. a la casa porque no te va a gustar quedar en medio de dos moles a las que, cabe la posibilidad, se les despierten los espíritus SS.  Debo ser justa eso sí, y aclarar que generalmente son los jóvenes los que les gusta andar dando jugo.
    
       No obstante eso, la verdad es que, aquestas fechas por estos lados, ni saben, ni huelen, ni se sienten como en casa.  Primero, porque ya llevamos 12 días de primavera y si es que hemos tenido 2 días de sol, el resto del tiempo ha nevado, ha llovido, ha estado congelado y se pronostica que seguirá nevando el resto de la semana. Y segundo, porque si bien al alemán promedio le gusta emborracharse,  el copete,  la comida y el baile no le llega ni al dedo chico a la nuestra, queridos latinos. Razón demás para querer volverme cada septiembre a mi tierra, porque muy tercermundistas tirados a gente seremos, muy pencas serán nuestros gobernantes, no sabremos hablar más que chileno y nos creeremos a ojos cerrados,  mejores que los vecinos, pero pucha que celebramos bonito y cresta que son largas las cañas del día siguiente.

PD: Es posible que esté un poco más sensible porque este año la primavera se ha negado a llegar, pero debo decir que aunque el Baumblütenfest me gusta, "no hay lugar como el hogar"